martes, 1 de marzo de 2011

Listo, que no inteligente


En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme vivía el ingenioso Higaldo Juan. Más conocido por sus dotes sociales que culturales, de ahí proviene su título nobiliario. Una noche más suena la frase de siempre.

-“¿Qué es un hidalgo?”
-“Hijo de puta el que se deje algo” – y otra copa más cayó sobre el estómago de hierro de nuestro protagonista.

Residente habitual de cualquier fiesta de la zona, a cualquiera que preguntases por Juanín o “Hidalgo”, te iba a hablar bien de él. Era una persona querida por todos, un chaval avispado y con iniciativa, pura dinamita dinámica.

Siempre la oveja negra de cada año en su colegio, el proscrito, el que distrae. Tenía el honorable record de haber inaugurado el parte de expulsiones de su colegio durante 5 años, como Induraín, pero nuestro protagonista no sudaba.

Lo único que sudaba eran las copas con su habitual pandilla de amigos, amigos que le veneraban. Era el líder de su gente. Le definía una palabra: carisma.

No se sabe ni el cómo ni el por qué pero Juan se sacó el graduado escolar y después se licenció en mus, ya que la universidad no era para él y rápidamente lo supo.

Nunca fue un tipo inteligente y el lo sabía, conocía sus limitaciones. Eso si, en la sociedad de listos en la que vivía él era el mejor.

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